Por Laura Mascaró
Algunos lo deciden desde incluso antes de tener hijos, lo cual es admirable. Algunos saben de antemano que la escuela no va a darles lo que quieren para sus hijos, de modo que disponen de mucho tiempo para informarse y para prepararse.
Otros desescolarizan tras un largo proceso durante el cual tienen problemas con el colegio pero quizás no dan el paso de desescolarizar por falta de información o por miedo.
Hay muchos casos de niños que no supieron/pudieron adaptarse al sistema (niños con altas capacidades y niños con necesidades educativas especiales, por ejemplo) y el sistema, obviamente, no supo tampoco adaptarse a ellos y cubrir sus necesidades. Muchos niños se aburren en el cole porque no tienen el nivel medio, están por encima o por debajo y, por tanto, se sienten fuera de lugar.
También hay niños que son criados con apego por sus familias y que no consiguen acostumbrarse al tipo de disciplina de la escuela; estos niños no comprenden por qué existen determinadas normas (como que sólo puedan beber agua a la hora del recreo, por ejemplo) o no comprenden con qué autoridad el profesor puede imponerles un castigo si sus propios padres no los han castigado jamás (no porque les dejen hacer lo que quieran, sino porque utilizan otros métodos de disciplina positiva). En general son niños libres a los que el sistema no consigue doblegar.
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