domingo, 23 de junio de 2013

Los Prejuicios Sociales del Homeschooling, ¿Son ciertos?

Por Laura Mascaró

Estos niños pasan demasiado tiempo encerrados en casa y NO SE SOCIALIZAN
Para empezar, conviene aclarar que educar en casa no significa literalmente educar “dentro de casa”. En segundo lugar, habría que determinar qué entendemos por “Socializar”. Lo que suele preocupar a la gente es la supuesta incapacidad de los niños homeschoolers de hacer amigos.

Bien, aquí van algunas de las formas en que lo hacen: a parte de sus familiares (hermanos o primos, por ejemplo) conocen a los hijos de los amigos de sus padres, conocen a otros niños educados en casa, conocen a los niños de su barrio (sobre todo si viven en sitios pequeños), conocen a los niños de su parroquia, a los de su agrupación scout y a sus compañeros de actividades “extraescolares”.
Además, los niños homeschoolers suelen acompañar a sus padres prácticamente a todos lados, por lo que aprenden a relacionarse con gente de todo tipo y de todas las edades. Aprenden que uno no tiene el mismo trato con una vecina de confianza, que con el vecino nuevo, que con el banquero, que con el frutero, que con el panadero, que con el hijo adolescente del vecino. En mi opinión, esto es precisamente “socializar”.
Se educa en una BURBUJA, fuera de la realidad social
Lejos de educarse en una burbuja, se educan en el mundo. La escuela sólo es una pequeñísima parte de la realidad social. Los niños que van a la escuela, supuestamente, se están preparando para el futuro. Los niños que se educan en casa, en cambio, están viviendo la vida. Aquí y ahora.
Demasiado ANARQUÍA, los niños deben aprender a obedecer y cumplir normas
Educar en casa no significa no tener normas. Las normas dependen exclusivamente de cada familia,
escolarice o no: tener muchas o pocas, muy estrictas o más flexibles, son cosas que decide cada familia.

Lo que los niños deben aprender, en mi opinión, es a diferenciar las normas auténticamente necesarias, las que se fundamentan en un principio o valor, de aquellas meramente arbitrarias que no suponen sino una forma de control sobre los demás. Las normas típicamente escolares, como levantar la mano para pedir permiso, y pedir permiso para hablar, beber o ir al baño, no son normas que los niños necesiten verdaderamente aprender.
Lo natural es beber e ir al baño cuando uno lo necesita. ¡Son funciones vitales! En cuanto a pedir permiso para hablar, tiene sentido en situaciones en las que se han de organizar los turnos de palabra debido a la cantidad de gente que va a participar en la conversación. Pero ésas situaciones, en la vida real, no son las más habituales. Imaginemos a un grupo de diez o doce adultos sentados a la mesa de un bar, tomando un café después de comer. Imaginemos que charlan animadamente sobre cualquier cosa: su trabajo, sus vacaciones, la actualidad política o el tiempo. Imaginemos que, antes de hablar, levantan la mano esperando que se les de permiso para intervenir. ¡Resulta una escena chocante!
Pero los niños, a base de observar a los adultos en situaciones reales, aprenden cómo han de comportarse en cada momento. Hace falta que confiemos más en ellos. Y en nosotros. Porque nosotros somos el ejemplo del que ellos van a aprender.
Educar en casa es UN LUJO sólo al alcance de unos pocos
En algunos casos, educar en casa es una necesidad que te obliga a replantearte tus decisiones anteriores y tus necesidades creadas. Elegir una forma u otra de educar no es una cuestión de tiempo ni de dinero. Es una mera cuestión de prioridades.

¿Realmente necesitas vivir en la ciudad? ¿Realmente necesitas tener una casa en propiedad y pagar una hipoteca mensual de mil euros? ¿Realmente necesitas comer fuera de casa dos veces por semana? ¿Realmente necesitas tener dos coches? ¿Realmente necesitas trabajar ocho horas diarias y añadirle dos horas de transporte? ¿Realmente necesitas televisión por cable? ¿Realmente necesitas viajar cada verano? ¿Realmente necesitas renovar tu vestuario cada seis meses? Algunas necesidades te las has creado tú mismo, no son auténticas necesidades vitales. Y el precio que estás pagando, es la educación y crianza de tus hijos.
Por otro lado, para educar en casa no hace falta reproducir la escuela. No hace falta comprar muchos libros, material deportivo, material de laboratorio, etc. Cada familia es libre de decidir cuánto dinero quiere gastar en la educación de sus hijos. Y hay muchos recursos gratuitos (o casi gratuitos): bibliotecas, museos, internet, intercambios con otras personas, etc. Pero es esencial estar abierto a nuevas formas de aprendizaje y ser imaginativo.

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